Un error muy común es creer que el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia es la Catedral de Barcelona . La Sagrada Familia no es una catedral, si no una basílica, distinción ésta otorgada en el año 2010 por Benedicto XVI. La verdadera Catedral de Barcelona es de origen medieval y se encuentra situada en el centro histórico de la Ciudad Condal.
¿Cómo surgió el proyecto?
«Josep Maria Bocabella (1815-1892) es un librero y filántropo barcelonés muy comprometido con el carisma del fundador de la Congregación de Hijos de la Sagrada Familia, el canonizado sacerdote Josep Manyanet (1833-1901), la cual se centra en promover el culto de la Sagrada Familia y fomentar la educación cristiana en los niños y en los jóvenes.
Para llevar a cabo el proyecto, funda en 1866 la Asociación de Devotos de San José, con el objetivo de recaudar fondos para tal empresa. En la década siguiente compra una manzana entera en el ensanche ideado por Ildefonso Cerdá (1815-1876), conocida como El Poblet, para construir un templo expiatorio dedicado a la Sagrada Familia.
Bocabella pretende realizar una mera réplica del Santuario de Loreto, pues se supone que allí se encuentra la casa original de José y María de Nazaret tras haber sido ésta trasladada primero a Dalmacia y luego a Italia . Encarga el proyecto al arquitecto Francisco de Paula del Villar y Lozano (1828-1901), que convence a Bocabella de idear un templo original en estilo neogótico. Su proyecto consiste en un templo de tres naves con ventanales alveolados, contrafuertes exteriores y un alto campanario en forma de aguja. Gaudí en calidad de ayudante en varios proyectos de Villar acude a la colocación de la primera piedra el 19 de marzo de 1882, coincidiendo con el día de San José.
Es el propio Gaudí quién cuenta como termina encargándose de la obra a través de sus conversaciones con el arquitecto Cesar Martinell: “Me explica cómo entró de arquitecto en la Sagrada Familia. El arquitecto que dio comienzo a la obra fue Villar, muy amigo de Bocabella, a pesar de que comprendía que no era el técnico indicado para semejante obra. No se comportaba como un verdadero arquitecto y se hacía ejecutar las cosas por un maestro de obras, quien incluso equivocaba los perfiles de las molduras, sin que él las corrigiera. En cierta ocasión se le presentó un conflicto en la obra del Templo y por primera y única vez en su vida, dimitió del cargo (Gaudí afirma que fue un milagro de san José).
Se le aceptó la dimisión y se ofreció el cargo al arquitecto Juan Martorell, quién no lo aceptó por delicadeza, pues había sido consultado en el conflicto que originó la dimisión. Así Martorell no aceptó pero propuso a Gaudí, que entonces era su ayudante, como posible continuador de la obra, la cual se le encargó cuando se estaba dando comienzo a la cripta. Gaudí manifestó la complacencia que le causaba tal designación con la pregunta: “¿Qué más puede desear un arquitecto que encargarse de un gran templo?”
El proyecto de Gaudí.
En el inicio de las obras, la ubicación del templo se encuentra en un descampado alejado del centro histórico, pero debido al fuerte desarrollo urbanístico de la ciudad de Barcelona a principios del siglo XX, éste se integró rápidamente en la ciudad. Gaudí concibe el templo dentro de una zona ajardinada en forma de estrella octogonal, que habría proporcionado una visión óptima desde todos los puntos de vista circundantes. Esta idea inicial se reduce a una estrella de cuatro puntas debido al alto coste del precio de los terrenos adyacentes.
Su proyecto del templo es de cinco naves y crucero de tres, en cuyos extremos sitúa dos puertas laterales sin contar con la puerta principal que esta en la fachada que da a la calle de Mallorca. El ábside cuenta con siete capillas que en el exterior se reflejan por medio de pináculos y esta coronado por un cimborrio dedicado a la Virgen María.Las tres portadas terminan con cuatro torres cada una, dedicadas a los doce apóstoles.
Las torres laterales alcanzan la altura de unos cien metros. En el centro del crucero va la torre más alta, de ciento cincuenta metros dedicada a Jesucristo y rodeada de otras cuatro torres más bajas que representan a los cuatro evangelistas.
El claustro, contrariamente a otras catedrales, donde ocupa un espacio anejo, rodea el templo exteriormente, con el fin de aislarlo de los ruidos de la calle, y comunica con el interior a través de los tres portales. En el claustro se pueden celebrar procesiones que no exijan salir a la calle. Gaudí tenía muy presente que además de la utilidad principal de la celebración del culto divino, la Sagrada Familia debe representar plásticamente las verdades de la religión católica y la glorificación de Dios, el espíritu Santo, Jesucristo, su madre la Virgen y todos los santos.
Las bóvedas del Templo tienen forma de paraboloides hiperbólicos, pues Gaudí es un ferviente admirador de tales formas geométricas, ya que afirma que es la forma más completa y que ella sola incluye todas las demás formas geométricas. El paraboloide hiperbólico es simplemente un plano alabeado. También se denomina silla de montar, ya que en una dirección tiene las secciones en forma de parábola con los lados hacía arriba y, en cambio, en la sección perpendicular, las secciones son en forma de parábola con los lados hacía abajo.
Al ser una superficie reglada se puede construir a partir de rectas. Gaudí destaca que es perfecto para la representación de la Santísima Trinidad, puesto que nace de dos rectas infinitas y una tercera, también infinita, que une a las otras dos. Las directrices son el Padre y el Hijo y la unión de las dos engendra el Espíritu Santo. Reconoce que el simbolismo del templo se fundamenta en el Apocalipsis, cuando dice que la Iglesia es un árbol frondoso bajo el cual corren fuentes. La gran cantidad de pináculos que coronan el templo, crean una forma tal que pueden interpretarse fácilmente como copas de árboles.
En varias ocasiones se refiere al gótico como un estilo imperfecto e industrial.“Por cuanto repite los elementos sin atender a la proporción; y a fin de ocultar falsas formas estructurales, coloca ornamentos allí donde conviene distraer la atención. Lo compara con un jorobado que se acicala, que se pone banderitas para disimular la joroba […] Las alabanzas que se han dedicado al arte gótico son de carácter literario, tomándolo en muchas ocasiones como una encarnación del Romanticismo”
Critica el uso de contrafuertes en las estructuras góticas, a las que denomina despectivamente “muletas” y abogaba por edificios que no necesiten llevar muletas, más aún en una época que cuenta con soluciones constructivas para evitarlo, por ello en la Sagrada Familia no aparecen contrafuertes.
La portada noreste está dedicada al Nacimiento de Jesús. Para representar la alegría de tan magno acontecimiento se utilizan formas suaves y optimistas, con abundancia de temática animal y vegetal que nos recuerden la Natividad. Contiene representaciones de la infancia de Jesús tales como la presentación en el Templo de Jerusalén, la huida a Egipto, el taller de Nazaret y misterios como el de la Santísima Trinidad y la Inmaculada Concepción.
En la portada opuesta encontraremos la puerta de la Pasión, de formas duras y sobrias que evocan el gran sufrimiento que tuvo que padecer nuestro Señor.
La imagen de Jesucristo crucificado preside la puerta central, con la Virgen y San Juan a sus pies, a su lado derecho las santas mujeres, San Longinos, el soldado que alancea a Jesús pero que termina sus días mártir y San Dimas, el Buen Ladrón. A su lado izquierdo están los demás soldados que participan en el martirio y crucifixión, así como el otro ladrón crucificado.
En la parte superior aparece Jesús, lavando los pies a los apóstoles en prueba de humildad y amor. Más arriba aparece la escena de la Última Cena en la que instituye la Eucaristía y, en la cima, el Ecce homo y la Resurrección, simbolizada con el sepulcro vacío, el ángel y las tres Marías.
En la fachada principal, como es habitual en otros grandes templos, se representa la vida y el fin del hombre, con el cielo o el infierno, según sea digno de premio o de castigo. Se comenzó en 2002 y se la denomina como la fachada de la Gloria. En la parte superior va la Virgen rodeada de santos y, encima de esta escena, Cristo con los atributos de la Pasión y siete ángeles con trompetas, como alegoría del Juicio Final.
En la parte más alta, el Padre Eterno acompañado de espíritus angélicos y, a sus laterales, los días de la Creación. En la parte media aparecen todos los oficios manuales, presididos por San José en su taller y, en la parte de abajo, las figuras de Adán y Eva, a causa de quienes somos condenados al trabajo. En la parte baja encontramos el purgatorio, como lugar de transición entre la tierra y el cielo.
En el nivel más bajo, que llega a nivel de la calle de Mallorca, aparece representado el infierno, sumido en la oscuridad, con todo tipo de monstruos, demonios, ídolos, herejes, apóstatas y otros condenados. En el pórtico de la fachada principal de aproximadamente unos cuarenta metros de altura, hay siete puertas de entrada al Templo. Cada puerta simboliza un sacramento, la primera dedicada al Bautismo y conduce al baptisterio y la última a la Penitencia que da entrada a la sala penitencial. Existen tres pórticos dedicados a las tres Virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
Gaudí es consciente desde muy pronto de la imposibilidad de concluir la obra de este gran templo en vida, y de que el gusto personal de los arquitectos sucesivos influirá en el edificio final pero, en lugar de convertirse en un pensamiento molesto, concluye en que será algo muy positivo para el templo pues así se notará la diferencia del tiempo en las distintas partes dentro de una misma unidad programática.
Afirma que la construcción de estos grandes templos debe ser concebida para construirse en el plazo de varios siglos y que, los nuevos artistas futuros e incluso los nuevos estilos arquitectónicos, darán más expresión y riqueza a todo el conjunto. El ritmo lento de construcción de la Sagrada Familia es aprovechado por Gaudí para ir centrándose en partes concretas de la obra e ir probando diferentes soluciones arquitectónicas hasta conseguir la que más le satisface.
Él esta a favor de la policromía del templo, aunque esto motiva ciertas controversias:“Con motivo de la visita que la Infanta Paz efectuó al Templo, ésta dijo que le parecía que “sería más bonito sin pintar”. El calló; solamente dijo que los griegos, maestros en estas cosas, también policromaban sus edificios […] Los griegos, cuyos templos eran de mármol pantélico, un mármol cristalino como el azúcar, transparente y de una belleza nada vulgar, no dudaron en pintarlo; porque el color es vida, y nosotros no debemos despreciar este elemento a fin de infundir la vida en nuestras obras”.
Tiene la idea de policromar únicamente las partes bajas del Templo, aquellas zonas donde no dé el sol. Las partes altas dice que se policroman solas, ya que el sol es un gran pintor y le va dando diferentes tonalidades dependiendo de la hora del día y de la estación del año.“Asegura que en el Arte tiene que haber vida y que ésta se manifiesta principalmente por medio del color. Una persona al morir, pierde el color, y a uno que está pálido se le dice que parece un muerto”. (Arte y Fe: Belleza que transforma. Capitulo 3. Víctor Fernández de Moya)
Me gusta el texto aunque el nombre de la façada del Mascimiento ustedes la llamam de La gloria y eso no es correcto.
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Muchas gracias por el comentario. Lo revisaremos. Un cordial saludo.
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