Imagino la sorpresa del lector: ¿Los Girasoles de Van Gogh una pintura religiosa? No se preocupe, que a mi me ocurrió exactamente lo mismo la primera vez que lo escuché…
Estrictamente hablando, los Girasoles no se podría considerar una pintura religiosa, pero sí podemos realizar una interpretación en clave cristiana y vamos a ver cómo. Lo mejor es que vayamos por partes.
Vincent Van Gogh fue hijo de un humilde pastor protestante llamado Theodorus y de su mujer Anna Cornelia. El ambiente familiar era muy religioso y, fruto del mismo, Van Gogh será toda su vida un fiel devoto. En su juventud era tanto su fervor religioso que estudió teología y fue misionero en la región de Mons, en Bélgica, conocida por sus minas y la pobreza y gran dureza a la que eran expuestos los trabajadores. Van Gogh vivió estos años en absoluta pobreza e incluso lo poco que tenía lo repartía entre los más necesitados.
«Los carboneros y los tejedores siguen constituyendo una raza aparte de los demás trabajadores y artesanos y siento por ellos una gran simpatía y me sentiría feliz si un día pudiera dibujarlos, de modo que estos tipos todavía inéditos o casi inéditos fuesen sacados a luz.(…)». Extracto de una carta de Vincent a su hermano Theo (1880).
Las condiciones de vida tan duras a las que estuvo expuesto causaron estragos en la salud de Van Gogh, quien siguiendo los consejos de su hermano Theo, decidió dar un cambio a su vida y dedicarse por completo a la pintura, abandonando la misión en la absoluta pobreza que tanto le afectaba física y psicológicamente.
Y ahora, para interpretar de manera religiosa el lienzo de los Girasoles de Van Gogh, algo que como puede verse tampoco es del todo descabellado, voy a emplear varias partes de un excelente artículo de Álvaro Mazzino:
«La interpretación más cliché de los Girasoles versa sobre el hecho de que, una vez cortados, los girasoles se marchitan rápidamente. Por ello, al ver la pintura de Vincent, generalmente se piensa que la pintura simboliza “lo efímero de la vida” o algo así. Aunque ésta es una interpretación perfectamente válida, veremos que hay mucho más.
La pintura tiene una dimensión simbólica mas profunda. Cuando escuchamos la palabra “girasol”, inmediatamente la asociamos con el sol. Éste representa, en casi todas las culturas, a un dios o, por lo menos, a una manifestación de lo divino. Los paganos divinizaban al sol como aquel que da vida, haciendo crecer los cultivos.
Cuando el cristianismo reemplazó a las culturas paganas, usualmente se servía de fusionar representaciones de estas culturas con las suyas, con el objetivo de hacer más accesible el cristianismo a los no creyentes. Por eso, entre las primeras pinturas cristianas, siempre se representaba a los santos y figuras sagradas de la religión con un halo alrededor de su cabeza. Este halo no era más que un símbolo del sol que, como dijimos, hacía referencia a lo absoluto.
En la biblia, en el libro de Juan, capitulo 8, versículo 12, Jesús mismo dice: “Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida”. Por ello, no es de sorprender que la luz y el sol hayan tenido, para Vincent, un significado profundo: representaban al Dios al cual buscó agradar durante toda su vida, ya sea en su intento de convertirse en pastor o en llevar su Palabra a una comunidad de mineros en Bélgica. Así, su incansable búsqueda del sol y de una luz pura (motivo por el cual se mudó a Arlés) era, también, una metáfora de la búsqueda de Dios.
Pero hay que ir más allá. Al motivo en sí: a los girasoles. Los religiosos holandeses acostumbraban a tener libros y laminas con dibujos que hacían referencia a distintos pasajes de la biblia. Por ello, todo aquel comprometido con la Iglesia conocía la simbología del girasol. Ya que éste, a medida que avanza el día, ubica su flor en dirección al sol con el objetivo de absorber mejor sus rayos; representaba simbólicamente el ideal de la vida cristiana: el hombre constantemente mirando a Dios. No olvidemos que el padre de Vincent era ministro de la iglesia y, por lo tanto, no hay duda de que el artista conocía lo que simbolizaba esta flor.
Con 27 años, de repente, el artista tuvo una revelación. Su misión era clara: ayudar a otros. Pero, como no había prosperado ni como pastor, ni como voluntario en la mina de carbón, Vincent descubrió que su misión sería redimir a la humanidad a través del arte. Y, durante los siguientes 10 años, con un fervor exacerbado, el artista terminará todas sus obras.
[…] En muchas de las obras del artista, el color amarillo tiene una importancia fundamental. Si miramos sus trigales, la habitación de Arles y, obviamente, sus girasoles; además de su preferencia por “la casa amarilla”, nos daremos cuenta de que Vincent tenía una obsesión particular por este color. Pero, ¿por qué? Hay una explicación de tinte psicológico. Si miramos la significación del amarillo dentro de la Psicología de los colores de Max Lüscher, allí veremos que el color representa “…la claridad que refleja la luz y, de ese modo, irradia a todos lados una reluciente serenidad. El amarillo se corresponde con la libre distensión, con la disolución. Es un alivio de lo fatigoso, de lo agobiante y de lo inhibidor”.
¿Serenidad? ¿Distensión? ¿Alivio de lo agobiante? Habiendo leído los posts anteriores, sabemos que la personalidad de Vincent tenía características muy diferentes a éstas. Mas bien, casi contrarias. Como dijimos, el artista era un ser tímido, introvertido, turbado y sufriente. Por ello, la preferencia de Vincent por el amarillo actúa como intento de compensación a incorporar lo que le falta. Es decir, que el artista no gozaba ni de serenidad, ni de alivio ni de tranquilidad: por eso los pintaba.
La versión que vemos de los Girasoles es de 1888 (perteneciente a la colección de la National Gallery de Londres) es el cuarto ensayo que hace el artista y es reconocida como la más lograda del motivo. El propio Vincent, incluso, entendió su efectividad y, por ello, las tres versiones subsiguientes son solo copias de ésta. […]
La técnica utilizada es mixta: en el fondo, veremos que las pinceladas son rápidas y cruzadas, mientras que, en la mesa donde se apoya el florero, las pinceladas son más suaves y lineales. También sabemos que pintó el jarrón con los girasoles antes de pintar el fondo y la mesa, lo cual es inusual, pero perfectamente válido.
Por ello, si miramos los bordes de las flores y el jarrón, notaremos que Vincent pintó el fondo en esta área con cuidado, lo cual también, de hecho, fue bastante inusual (en él). Los rayos x, por otro lado, mostraron que el artista pintó, en primera medida, 13 girasoles; pero, como no le gustaba el resultado de la composición, decidió agregar 2 más.
[…] la firma de la obra también es interesante. Vincent no firmaba muchas de sus pinturas, sino solo aquellas que “tenían alma”. Pero generalmente, lo hacía en un extremo del lienzo. En los Girasoles de 1888, el artista firma directamente en el florero, a la vista de todos[…].»
Para leer en su totalidad el artículo de Álvaro Mazzino pinchar en el siguiente enlace: http://deplatayexacto.com/2011/01/28/girasoles-vincent-van-gogh-1888-%e2%80%93-parte-1/
Por último cabe mencionar que Vincent Van Gogh, en su último año de vida, sí pintó un cuadro de temática propiamente religiosa: La piedad.
En el siguiente video podemos contemplar toda la serie de pinturas que Van Gogh dedicó a los girasoles:
Imágenes obtenidas a través de vagon293.es, deplatayexacto.com, queaprendemoshoy.com y Wikipedia.
Gracias Victor por lo que acabo de experimentar leyendo tu pots.
Siempre me ha gustado este artista por lo mucho que me identifico con él.
Tu artículo es exquisito, cercano, palpable, tanto que casi he podido oler la trementina y ver el movimiento de muñeca del artista.
Eso añadido a que leyendote he podido comprobar una vez más porque me gustan tanto lis girasoles y el porque el amarillo me parece el color más bello para pintar.
Gracias por este rincón donde me va a gustar dejarme caer de nuevo en cuanto tenga tiempo para disfrutar despacio.
Un abrazo amigo.
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